jueves, 26 de marzo de 2015

El cáncer de los mitos

Soy residente de Medicina Conductual. La residencia en Medicina Conductual, es un Posgrado Profesionalizante de Alta Exigencia Académica y que forma parte del Padrón de Excelencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

La Medicina Conductual es el campo interdisciplinario que integra conocimientos derivados de las ciencias de la conducta, psicosocial y biomédica para entender la salud y la enfermedad y aplicar los conocimientos y técnicas derivados del mismo en los distintos niveles de prevención (Reynoso, 2014).

La práctica se lleva a cabo en un nivel avanzado de competencia profesional, conforme a metodología científica y desde el enfoque cognitivo-conductual (Reynoso-Erazo, Hernández-Manjarrez, Bravo-González y Anguiano-Serrano, 2011).

Los residentes de Medicina Conductual cursamos una formación teórica respecto de las principales enfermedades crónico degenerativas del país, así como talleres de especialización psicológica, como Intervención en crisis, Técnicas de intervención desde el enfoque Cognitivo Conductual, Cuidados paliativos, Ética, etc. Una vez concluido el módulo de formación común, somos asignados a una sede hospitalaria y a un servicio específico. En mi caso, fui asignada al servicio de Oncología.

El hospital donde laboro, es un hospital público, de segundo nivel de atención, dirigido a atender población que no cuenta con seguridad social. Es un hospital de referencia que atiende a pacientes de varios estados de la república cercanos a la capital y algunos estados lejanos e incluso de otros países. Las características de la población en general son similares; se trata de pacientes de bajos recursos, con escasa o nula escolaridad, con redes sociales de apoyo escasas o que se encuentran solos en la ciudad pues se han desplazado únicamente por su tratamiento. La mayoría acuden en estados avanzados de enfermedad, luego de haber acudido a curanderos y consumido múltiples remedios. Muchos no entienden lo que les ocurre y algunos no hablan español.


El cáncer de los mitos

Gran parte del trabajo que realiza un Médico Conductual con este tipo de población, se centra primeramente en lograr que el paciente comprenda lo que ocurre. El paciente no solo se está enfrentando a las molestias físicas de su enfermedad, sino también a una situación muchas veces desconocida para él, que es la dinámica hospitalaria, los tramites, el trato con los médicos, los estudios médicos, la estancia hospitalaria, etc.

La Psicoeducación es básica en estos casos. Se trata de una técnica que busca trasmitir al paciente información respecto de su enfermedad, teniendo siempre en cuenta ¿Que sabe?, ¿Que necesita saber? y ¿Para que lo necesita saber?. Los Medico Conductuales debemos tener la habilidad de trasmitir esa información con palabras claras, sin términos médicos complicados y ajenos al paciente, con los recursos que sean necesarios para su comprensión (dibujos, analogías, videos, ejemplos, etc.) y sobre todo, debemos verificar que esta información haya sido comprendida por el paciente.

¿Y donde está el problema? En los conocimientos previos del paciente. Los Médicos Conductuales nos encontramos no con pacientes que ignoran completamente, sino con pacientes que creen saber cosas, que poseen información trasmitida por medios informales; la televisión, los conocidos, los otros pacientes en la sala de espera, incluso a veces el internet. Y es que resulta que aunque estamos hablando de población de bajos recursos económicos y académicos, los recursos informativos nunca faltan! Y siempre hay el primo de un amigo que ya buscó en google o que tiene una comadre que tuvo lo mismo y…

Tenemos entonces una población de pacientes que no solo sufre cáncer, sino que además sufre el cáncer de los mitos. ¿Y eso  es un problema? Si.

Tener información equivocada es un problema que puede repercutir gravemente en el desarrollo de la enfermedad. No solo porque puede retrasar el que el paciente acuda a consulta, sino porque se ha visto que influye en la manera como el paciente ya diagnosticado enfrenta la enfermedad.

Barroso y Grau (2012) y González, Tinoco y Benhumea (2011) dicen que las creencias que el paciente y sus allegados posean con respecto al padecimiento son cruciales para entender la forma de enfrentamiento de cada paciente. Éstas tienen un papel fundamental en el impacto emocional que viven los pacientes, debido a que la mayoría se encuentran asociadas a la incertidumbre  y dificultad para predecir el curso de la enfermedad (por ejemplo, percepción de carencia de futuro, amenazas de destrucción física, social y psicológica, sensación de ser carga para los demás, preocupaciones existenciales sobre la vida y la muerte, pensamientos negativos y emociones dañinas, preocupación por los asuntos pendientes o inconclusos) además del estigma social que acompaña a la mayoría de estos padecimientos.

El enfermo se comporta ante la enfermedad, tiene creencias, sentimientos y pensamientos respecto de la misma, de la idea de su curación, complicación o posibilidad de muerte, de la participación de su familia en la enfermedad. Tiene además pensamientos, sentimientos y creencias respecto de los médicos, de los medicamentos, de los procedimientos, del personal de enfermería, del resto del equipo, del hospital… (Bravo, 2014)

Prochaska, Keller, Leventhal y Leventhal (1987) señalan que la reacción del paciente ante el diagnóstico de una enfermedad, dependerá de la representación cognitiva que tenga de la misma. Es decir, ¿que sabe?, ¿qué piensa?, ¿qué se imagina?, ¿qué representa para él estar enfermo de eso?. Petrie, Weinman, Sharpe y Buckley (1996) afirman que estas representaciones también influirán en las conductas de autocuidado.

Entonces, si los pacientes tienen información errónea, si se basan en mitos o si se imaginan la enfermedad como algo catastrófico, eso influirá directamente en su manera de reaccionar, de enfrentarse a la enfermedad, de tomar decisiones (por ejemplo, decidir tratarse o no), de tener expectativas y de cuidarse.

¿Qué pasaría entonces si una persona es diagnosticada con cáncer y ella cree ERRÓNEAMENTE que el cáncer no es ocasionado por multiplicación y mutación celular sino por “mucha negatividad”? ¿Cómo la haría sentir eso?. Muchas veces en el trabajo diario nos enfrentamos a esta situación que suma a la problemática emocional del paciente el sentimiento de culpa por haberse causado el cáncer, sentimientos de enojo y preguntas del tipo “entonces, por qué no le da cáncer a -fulanito- si él si tiene malos sentimientos”?

En otro ejemplo, ¿Qué pasaría si el paciente es diagnosticado y cree que debe dejar de trabajar en lo único que sabe hacer y que es además lo que más le gusta hacer?


La vida después del cáncer

El cáncer es una enfermedad crónico degenerativa. Esto tiene múltiples implicaciones, una de ellas es que el paciente que es diagnosticado debe hacer cambios importantes en su estilo de vida. Turner y Kelly (2000) y Taylor (2007) señalan que estos ajustes pueden generar un impacto emocional, psicológico, social y económico incluso mayor que el de la propia enfermedad. Velasco y Sinibaldi (2001) y Beneit (1994) agregan que el deterioro psicológico que implican estos ajustes pueden incluso incrementar el riesgo de muerte en el paciente. Holman y Lorig (2000), Reyes, Garrido, Torres y Ortega (2010( y White (2001) dicen que los cambios que implica una enfermedad crónico degenerativa pueden ser irreversibles en la vida de las personas.

Todos estos autores hablan de cambios y de que puede ser que las personas deban hacer ajustes. Ninguno dice que deban dejar de hacer lo que les gusta, por el contrario sugieren que procuren no perder las motivaciones y temas de interés en su vida. Dicen que algunas personas deben cambiar de empleo, sobre todo aquellas expuestas a sustancias tóxicas y cancerígenas, por ejemplo. Pero no hay una regla general, cada caso debe ser siempre valorado por los médicos tratantes, y en todo caso, la decisión es del paciente.
  
En México, según la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC) estima que cada año se detectan 128 mil casos nuevos (Secretaría de Salud, Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud, 2013) y constituye la tercera causa de muerte. La gran mayoría de los pacientes detectados son hombres y mujeres en edad productiva.

Pero más allá de la mortalidad, hablemos de la supervivencia. Qué pasaría si a todos los sobrevivientes de cáncer les dijéramos que una vez que lograron combatir la enfermedad, deben cambiar de oficio o incluso dejar de trabajar? Como repercutiría esto en la economía no solo de ellos, de sus familias, sino del país mismo, dada la cantidad de personas de la que estamos hablando.

Todo lo anterior viene al caso porque el fin de semana pasado me encontré con un caso más de cáncer de mitos. Una persona que no posee los conocimientos necesarios pero que sin embargo emitió una aseveración que al ser difundida contribuye a esparcir rumores respecto de las consecuencias de haber padecido cáncer.

En twitter, respecto del accidente ocurrido en la lucha libre que significó la muerte del luchador El Hijo del Perro Aguayo, la usuaria @AlinaSalazarG escribió: “no debió seguir luchando, su cuerpo no estaba apto”.

Al leer esto, exprese que todavía falta mucho por hacer. Es decir, mucho por informar, mucho por psicoeducar y sobre todo mucho por prevenir. La prevención es el mejor recurso siempre. La prevención de mitos también.

Pero, mi intención no fue bien recibida y la usuaria, en lugar de aceptar que no tenía la información, reaccionó con soberbia e insultos, acusándome a mí de “ofenderla” (parece que pedirle a alguien que se informe es ofenderlo!) y se negó al dialogo bloqueándome.

No solo me bloqueó a mí, sino que borró inmediatamente sus dichos (tal vez en el fondo reconoció que estuvo mal dicho) e ignoró y bloqueó  a otros usuarios que como yo, le pedían una explicación respecto de su aseveración que se entendía como: Si tuviste cáncer quedas discapacitado.

A continuación coloco el intercambio de tweets integro, para que lo juzgue usted mismo.



Independientemente de las faltas de ortografía de la usuaria @AlinaSalazarG, de su uso de términos sin sustento (como "estudiosos") y de su reacción exacerbada de ira, opino que es una verdadera pena (vergüenza, es decir) que existan personas con gran alcance de difusión (tiene más de 128 mil seguidores) y en lugar de interesarse por difundir información certera, informada, positiva, se conformen con malinformar y mandar “buena vibra”. 

Estoy de acuerdo con la usuaria @beeth y creo que tal vez seria mejor tener una "mente débil" si eso significa estar abierto a adquirir conocimientos.

Mi trinchera es muy chiquita. En twitter tengo apenas unos 200 seguidores. Y en mi trabajo directo con los pacientes, atiendo un promedio de 120 al mes. Pero si algún alcance tiene este post, me gustaría trasmitir un solo mensaje: La mejor manera de enfrentar el gran problema de salud que es el cáncer es BIEN INFORMADO. Si usted conoce a alguien que este cursando con la enfermedad (y seguro conoce a alguien) ayúdelo a informarse adecuadamente. No en internet, no en la Rosa de Guadalupe ni otros programas de tv, no con la vecina que ya tuvo, no aquí; con ESPECIALISTAS. Cada caso es diferente, cada paciente tiene necesidades de información particulares.

Y si es posible, ubique un Médico Conductual o un Psicólogo de la salud, que pueda ayudarlo a llevar la enfermedad y el tratamiento de mejor manera.

Muchas gracias.



P.D.: Invito nuevamente a Alina Salazar Góngora a que se informe y si no puede informar a otros, al menos no desinforme. Las estadísticas de Campeche (donde dice su perfil que vive) son alarmantes (en educación, en recursos informativos y en cáncer!) http://www.inegi.org.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/Contenidos/estadisticas/2012/cancer4.doc


Incluyo a continuación, el listado de referencias de los estudiosos que sustentan lo dicho aquí.

   Barroso, I. y Grau, J. (2012) Eutanasia y cuidados paliativos: ¿diferentes aristas de un mismo problema?  Psicología y Salud, 22(1) : 5-25.  Recuperado de  http://www.uv.mx/psicysa-lud/psicysalud-22-1/22-1/Irene%20de%20la%20C-Barroso%20Fern%E1ndez.pdf

   Beneit, P. (1992) Cap. 14. La enfermedad crónica. En J. La-torre y P. Beneit (coordinadores). Psicología de la salud. Aportaciones para los profesionales de la salud. (pp. 225-237). Buenos  Aires: Lumen.

   Bravo, G., C. (2014) Cap. 3. Generalidades psicológicas de los padecimientos crónico degenerativos. En Reynoso, E. L. y Becerra, G. A. (coordinadores) Medicina Conductual: Teoría y práctica. UNAM: México

   González, N., Tinoco, A. y Benhumea, L. (2011). Salud mental y emociones en pacientes con enfermedades crónico-degenerativas. Un acercamiento a la diabetes mellitus tipo 2. Espacios Públicos, (14)32 : 258-279.

   Holman, H. y Lorig, K. (2000). Patients as partners in managing chronic disease. British Medical  Journal, (320), 526-527.


   Petrie, K. J., Weinman, J., Sharpe, N. y Buckley, J. (1996). Rols of patients' view of their illness in predicting return to work and functioning after myocardial infarction: longitudinal study. British Medical Journal, (312), 1191-1194.

   Prochaska, F. R., Keller, M. L., Leventhal, E. A. y Le-venthal, H. (1987). Impact of symptoms and aging attribution on emotions and coping. Health Psychology, 6(6), 495-514.

   Programa de Maestría y Doctorado en Psicología, UNAM (2011) recuperado de http://psicologia.posgrado.unam.mx

   Reyes, A. G., Garrido, A., Torres, L. E., y Ortega, P. (2010). Cambios en la cotidianidad familiar por enfermedades crónicas. Psicología y Salud, 20(1) : 111-117.

   Reynoso, E. L (2014) Cap. 1. Medicina Conductual: Introducción. En Reynoso, E. L. y Becerra, G. A. (coordinadores) Medicina Conductual: Teoría y práctica. UNAM: México.

   Reynoso-Erazo, Leonardo (2001) Plan De Estudios De La Residencia En Medicina Conductual. México: UNAM

   Reynoso-Erazo, Leonardo, Hernández-Manjarrez, Martha Erika, Bravo-González, María Cristina y Anguiano-Serrano, Sandra A. (2011) panorama de la residencia en Medicina Conductual de la UNAM. Revista de Educación y Desarrollo, 8 (17) : 43-49

   Secretaría de Salud, Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud http://www.spps.gob.mx

   Taylor, S. (2007). Psicología de la salud. 6a ed. Méxi-co: McGraw-Hill

    Turner, J. y Kelly, B. (2000). Emotional dimensions of chronic disease. Western Journal of Medicine, 172(2) : 124-128

   Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC) http://www.uicc.org

   Velasco, M., y Sinibaldi, J. (2001). Manejo del enfermo crónico y su familia (sistemas, historias y creencias). México: Manual Moderno.

   Vinaccia, S. y Orozco, L. (2005). Aspectos psicosociales asociados con la calidad de vida de personas con enfermedades crónicas. Diversitas (l) 2: 125-137.

   White, C. A. (2001). Cognitive behavioral therapy for chronic medical problems: A guide to assessment and treatment in practice. Inglaterra: John Wiley & Sons Ltd.